Si quieren elegir candidatos a dedo terminen con la
parodia y el gasto de las PASO
Las PASO fue un invento de la ex presidenta para obligar
a todos los ciudadanos a participar en las internas de los partidos políticos. La
excusa fue democratizar la elección de candidatos y evitar las postulaciones a
dedo en los partidos; la realidad fue
politizar la opinión pública en forma masiva y aprovechar el empuje populista
de entonces.
Gracias a este invento el
Estado, es decir todos los ciudadanos,
tiene que hacerse cargo de los enormes gastos que significa una elección
en la que sólo se deberían elegir los candidatos de aquellos partidos que
tienen en sus filas más de una posible lista para las elecciones generales. Es
decir, los argentinos en general debemos
pagar las aspiraciones políticas de algunos. Está claro que peronistas y en algunos
distritos los radicales, serían los únicos que necesitarían internas. Los demás
partidos apenas si pueden llegar a juntar los candidatos para armar una lista,
en muchas ocasiones, incompleta.
En este 2017, año de elecciones de medio término, Cristina, la inventora de las PASO, “para evitar que
los candidatos sean elegidos a dedo” tal como fue su argumento a la hora del
invento, decidió que el Kirchnerismo
tendrá una sola lista. Tal como siempre,
el relato cristinista vuelve a mostrar su costado más rancio; Cristina se autoelige a dedo, quiere impedir
una interna con Randazzo; es decir, se cumple con la ley de las PASO pero sin
listas que compitan. No es la única.
Macri tampoco quiere internas. Lista única. Los demás partidos no las
necesitan; en la mayoría de los casos
apenas pueden completar una lista o llegar con lo justo a una lista incompleta.
Ante estas realidades hay una salida rápida, práctica y
efectiva: Dar por terminada esta parodia de internas obligatorias con una ley
que elimine las PASO, los gastos enormes
que ellas suponen y terminar con la obligación de todos los ciudadanos de
participar en la interna de partidos a los que ni se les ocurre arrimarse en la
mayoría de los casos. Finalmente, además de tantos beneficios, se cumple con el deseo de la clase dirigente vernácula: podrán elegir a dedo a los candidatos, tal como les gusta y sin parodia
previa.
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