miércoles, 15 de mayo de 2019

La difícil encrucijada del votante independiente


Macri,  Cristina y la ancha avenida del medio. Tres opciones, ninguna propuesta razonable, ninguna certeza y ni siquiera una moneda de tres caras para poder lanzar al aire

A menos de tres meses de las Paso 2019 el escenario electoral tiene muchas más dudas que certezas. Pero no sólo porque todavía se duda de la existencia real de candidatos, sino porque es muy poco probable intuir para dónde irá cada uno de los que finalmente se puedan presentar como tales.

Nadie está seguro de que Macri sea realmente el candidato de Cambiemos aun cuando ya se lo ha ratificado una y mil veces. Muchos actores muy cercanos al gobierno siguen pidiendo un plan V o plan H. Macri dice que él es candidato a presidente, Vidal y Rodríguez Larreta juran que el candidato de Cambiemos es Mauricio Macri. Los radicales, con Cornejo a la cabeza lo ponen en duda, los empresarios pide un plan V. Algunos dicen que desde el FMI también piden algo así. Por ahora es Macri pero…

Cristina se lanzó o al menos es lo que todos dicen; todos menos ella. Incluso cuando se presentó sorpresivamente en el PJ bonaerense junto a todos los que odió y la odiaron durante mucho tiempo, muy lejos estuvo de mostrarse candidata; todo lo contrario, hasta se permitió hablar de apostar a la unidad del peronismo desde afuera de la candidatura.

El “peronismo federal”,  “no k”,  “razonable” o como lo quieran llamar sigue sin definirse.  Varios quieren ser candidatos, muchos lo proclaman, ninguno lo define o mejor dicho, tiene el peso como para hacerlo. Lavagna tiene las mejores notas pero Massa tiene los mayores números. Urtubey quiere ser pero está lejos y el Gringo cordobés, ganador indiscutido, ya dijo que no quiere ser el “macho alfa” con lo cual las esperanzas de Pichetto de que llegara con todo el poder como para ordenar a la fracción se desdibujaron muy rápidamente. En esto las horas son cruciales, los días son una eternidad. Ya se acallan los sonidos imponentes de la victoria peronista en Córdoba sin que ni Schiaretti ni ese “peronismo de gobernadores” que él parecía que iba encabezar pudiera ordenarse como era esperado por casi todos.
El resto no existe. Stolbizer, o los socialistas de Santa Fe,  la izquierda en todas sus variantes son apenas una opción de acompañamiento y nada más. Las cartas las juegan claramente tres sectores, ninguno definido o sin ganas de mostrar sus jugadas antes de la fecha de cierre de presentación de candidatos, menos de un mes para adelante.

Hasta acá la política.

El electorado, entre desentendido, desilusionado y expectante

Este escenario es observado por algo más de treinta cuatro millones de potenciales electores de diversas formas. Están lo que, hartos de la política, no van a ir a votar o lo harán directamente en blanco; los fanáticos K que votarán a Cristina o a quien ella diga que haya que votar sin importarles nada de nada. Igualmente en el caso del oficialismo, cuyos seguidores votarán a Macri o quien se designe en el espacio de gobierno más allá de los errores o aciertos que ni siquiera se van a ocupar en verificar. Pero la mayoría, que estará compuesta por los que dudan, por ahora, al menos hasta que no queden totalmente definidas las candidaturas, se encuentra en la disyuntiva de volver al pasado con Cristina o quien ella elija, seguir con Macri y sus aciertos y errores en medio de una agudísima crisis económica, o la tercera opción de la tan promocionada “ancha avenida del medio” que aún hoy ni siquiera se puede vislumbrar a quien tendrá como candidato o si lo tendrá o no. Es el elector más confundido y contrariado. Frente a sí tiene distintos dilemas casi existenciales.

Cristina Fernández o Cristina Kirchner. Ese elector independiente tiene frente a si una realidad que lo abruma. La enorme pila de pruebas ante los gravísimos cargos por corrupción que pesan sobre el Kirchnerismo lo alejan de la posibilidad de pensar en que Cristina dejará de ser la Fernández que llevó al país al borde del abismo para ser lo que el Kirchnerismo fue en sus comienzos,  donde todo fue color de rosa.  Ese elector sabe perfectamente que ya la soja no está por las nubes, que los efectos de la devaluación de Macri no son ni por asomo las bondades de aquella mega devaluación de Duhalde y que ahora no hay plata, la energía está apenas intentando reorganizarse y que aquel modelo populista solo tiene opción con los fondos que no hay o peor aún, que ahora se deben.
Ese elector independiente sabe que Mauricio Macri no le ha encontrado el agujero al mate de la economía, que no pudo poner en marcha al país y que difícilmente lo pueda hacer aún en un próximo mandato simplemente porque hay variables económicas en este país que no se arreglan con voluntarismo sino con decisiones de fondo y que esas decisiones se toman con leyes que el macrismo difícilmente pueda sacar por tener decididamente  minoría en ambas cámaras.

Si ni Cristina ni Macri son garantía,  tampoco lo es la “ancha avenida del medio”,  o el “peronismo federal” o “razonable” o “no K” simplemente porque no se sabe quién lo va a liderar, con que sustento ni con qué equipo de gobierno.

La tremenda disyuntiva del elector independiente está en que ninguno de los probables candidatos ha dicho nada sobre cómo hará para poner el marcha un país que hace ya 12 años que no arranca, porque hay que recordar que 2007 fue el último año de crecimiento real de la Argentina.

Cristina no lo hizo durante sus dos mandatos, uno con la ayuda de su esposo, que lo había podido hacer por el gran viento de cola del que gozó en todo su período y el otro con una caída estrepitosa de todas las variables que la llevaron a poner a la Argentina al borde del abismo.

Macri no lo hizo porque no aprovechó nada de lo mucho bueno que tuvo a su disposición en los primero dos años de mandato, cuando tenía ayuda de los opositores y que difícilmente lo pueda hacer con todo el arco opositor en contra.  Peor aún, hay que recordar que, de ganar,  Macri lo haría sí o sí en el ballotage, habiendo perdido por poco la elección de octubre. Eso es muy grave porque allí es donde se eligen a los legisladores. En un nuevo mandato Macri tendría las cámaras mucho más en contra que como están hoy.  Y todos saben que para sacar este país adelante hacen falta las leyes que nadie quiere sancionar y por lo tanto, mucho menos las sancionarán legisladores opositores al ejecutivo.

Cómo soltar lastre y retomar vuelo, el gran desafío, posible pero doloroso

Estamos inmersos en un esquema condenado al fracaso. La solución es empezar  a hacer lo que hicieron todos los vecinos desde hace ya más de una década y en algunos casos dos. Suena abochornante para la soberbia, el ego de la argentinidad  que “bolitas”,  “paraguas”,  “chilotes” o “perucas”  como despectivamente han llamado muchos a los vecinos pobres de entonces,  hoy hayan resuelto claramente el problema que nos aqueja desde hace muchos años y estén muy por encima de nosotros, los genios, los poderosos, los ricos de América latina. Una grosería, una falacia, desde ya,  pero así lo vieron muchos por mucho tiempo. Y nuestros vecinos lo hicieron como lo hace “doña Rosa”, como decía Bernardo Neustadt, en la economía de su casa: gastando sólo lo que podían gastar y produciendo cada vez un poco más para poder crecer. Simple, un abc solo no comprendido por los eternos soñadores populistas de nuestro bendito país que quieren  que haya derechos, muchos derechos, todos los que les fueron regalados irresponsablemente y por supuesto muy pocas o ninguna obligación bajo la absurda consigna de que el Estado debe resolverle el problema a la gente sin entender que la realidad es que ese Estado debe crear las condiciones para que la gente resuelva sus problemas, crezca y se desarrolle. Simple,  tan simple como la familia opera con sus hijos todos los días del año, todos los años. Claro, si quiere que sus hijos crezcan, se hagan grandes, libres e independientes. Ahora, cuando se quiere tener a los hijos bajo los pies toda la vida se estimula el ocio, la inacción, la dependencia de mamá y papá, nunca serán libres e independientes.

El dilema es cómo se logra empezar a poner los puntos sobre las íes. Y no es de otra forma que con leyes que produzcan un nuevo ordenamiento general en el que se priorice el trabajo, el estudio, la generación de riquezas; en el que haya derechos y obligaciones o mejor al revés, obligaciones y derechos. Leyes en las que se garanticen las libertades individuales pero se estipulen las obligaciones que supone tener acceso a los derechos. Y ese es el gran meollo de la cuestión. ¿Quién le pone el cascabel al gato o, en verdad,  quien toma la decisión y corre con todo el costo político de hacerlo? ¿Está en el macrismo pese a que no lo hizo hasta ahora? ¿Le darían los legisladores peronistas las leyes que pongan fin a tantos “derechos adquiridos” a un gobierno no peronista? O peor aún, ¿podría un gobierno peronista hacerlo?

Sabemos que los peronistas pueden hacer todo. No nos olvidemos que firmaron y aplaudieron de pie el cierre de los ferrocarriles y la venta de las empresas del Estado sin ponerse colorados de la misma forma que nacionalizaron todo compulsivamente aplaudiendo a rabiar con el mismo entusiasmo con el que antes había aprobado lo contrario. Pero no es lo mismo revisar las leyes previsionales, achicar el Estado tanto en la Nación como en provincias y municipios como herramienta única e indispensable para gastar menos y poder achicar los gravísimos impuestos con que se castiga a la producción nacional, las exportaciones o los salarios bajos. Porque convengamos que si bien el salario no es ganancia en el exacto sentido del término, resulta claramente razonable  desde el punto de vista solidario y así sucede en casi todas partes del mundo que un salario de más de cien mil pesos al día de hoy,  sólo por poner una cifra, tribute impuestos para ayudar a que el Estado se haga cargo de brindar salud y educación de calidad a toda la población. Porque eso es vital y lo más grave es que nadie, hasta ahora, en ninguna de las discusiones políticas de estos tiempos, en las escasas propuestas o en los temarios de los tibios discursos de consenso, ha dicho la más mínima palabra sobre salud y educación. Si los que pretenden sacar al país adelante no tienen claro que nuestro dilema es más grave desde lo cultural que desde lo económico y que para empezar a pensar en solucionarlo hay que pensar en educar seriamente a la ciudadanía y que para ello no debe haber ningún niño que no coma lo necesario para crecer ni que no tenga garantizada la salud, está claro que no está en sus proyectos que un día seamos una gran nación libre, justa y soberana.  Porque saberlo lo saben, pero la cuestión es si quieren hacerlo de verdad o solo es un discurso.

Concluyendo

El elector independiente, al que no le interesa ni Macri ni Cristina ni ningún nombre propio en particular, está frente a un dilema casi existencial; tiene, por ahora, tres alternativas con posibilidades de llegar al poder el 11 de diciembre próximo: Cristina,  que nos llevó al borde del abismo, lo que niegan sistemáticamente ella y su gente y más aún, según Aníbal, también Fernández, estábamos mejor que Alemania; Macri, quien creyó que era Gardel y que con su solo apellido tenía arreglada la inflación, que con él se garantizaba la presencia de inversores y que de un día para otro íbamos a ser Alemania y la "ancha avenida del medio" con Lavagna, que cree que es el elegido, pero no quiere someterse a internas, dice que sabe cómo hay que sacar al país para adelante pero no cuenta con que no tiene ni por asomo los más de dos mil funcionarios intachables y capaces que hacen falta para gobernar y por lo tanto los tendrá que pedir prestado al peronismo que nos viene llevando de un lado al otro pero nunca para arriba;.Massa, Pichetto, Urtubey o el que sea está más o menos e la misa situación. Ninguno puede garantizar nada por las suyas. Y lo peor, el elector independiente sabe que no hay monedas de tres caras; ni siquiera el revoleo al aire es una opción para, aunque sea, una azarosa decisión.

sábado, 4 de mayo de 2019

Tarde y mal... aunque se puede corregir
Macri convoca...


Muchas cosas ha hecho mal este gobierno, Las peores en materia económica. Muchas políticas parecieron buenas, las más importantes, erróneas.

Dentro de las buenas se cuenta el manejo de los acuerdos pre electorales para ganar 2017, las peores son las que tratan de encontrar el camino para salir del pantano.

En ese ítem está la convocatoria. Nadie duda de que la decisión de convocar a todo el arco opositor es el único camino. Nadie menos Durán Barba y Marcos Peña. Macri hasta ahora les hizo caso y así le va, al menos en esto.

El 11 de diciembre de 2015 o tras octubre 2017 eran los momentos oportunos. Ganador, fuerte, soberano. Podía llamar a todos y los que fueran iban de punto, ahora, si bien no son banca, tampoco lo es el gobierno.

Pero es más amplio aún.  No se trata ni siquiera de puntos y bancas ni nada parecido. Se trata de una convocatoria sobre la base de diez, aunque sea solo cinco puntos esenciales con la apertura mental y política de aceptar todas las propuestas. aún las de algunos otros puntos.  Ahora, contra reloj de cara a las elecciones, aparece como tarde, inoportuno,  desubicado. Es màs una desesperada maniobra que una jugada consciente.  Y en la oposición están lo K y la izquierda, que jamás van a entender nada de consensos, el peronismo, hoy muy dividido y con muchos con ganas de ser caciques, otros con ganas de especular y todos con muy poco margen de tiempo y proyecto de cómo coincidir.

Es necesario el acuerdo, no hay dudas. No es el mejor momento, apenas casi el peor.

Se puede corregir

Lo de Massa diciendo que debe convocar a TODO el arco opositor es una chicana.  Él sabe mejor que nadie que hay muchos que no van a querer jamás dialogar nada; los fundamentalistas del apocalipsis jamás negocian si no es para quedarse con todo.

Lo de Lavagna sobre que es sólo marketing se parece a lo que el ex ministro de economía viene haciendo: Planteando que vengan todos al pié, a su pié. 

A esta convocatoria muchos podrán ir, incluso Massa y Lavagna si las llamadas telefónicas ponen en claro lo que en la prensa no dejan trascender; que los diez puntos son solo un temario sugerido, que se puede ampliar,  reducir o cambiar en parte o en todo; que el contenido de cada uno de esos puntos está totalmente abierto al debate, que el acuerdo final será un pacto firmado, sellado, publicado y que no supone nada màs ni nada menos que un absoluto compromiso de cumplimiento una vez finalizada la elección o desde el día siguiente a la firma del acuerdo.

Si esto se transparenta y aún así nadie va al diálogo, quedará demostrado una vez màs que a esta dirigencia solo le interesa el poder, jamás el país. Y habrá una nueva oportunidad; será el 11 de diciembre de 2019, ni un día después.