jueves, 17 de agosto de 2017

Consejo de la Magistratura: El que roba a un ladrón… es otro ladrón

El gobierno usó de toda su habilidad política para hacer caer al camarista Eduardo  Freiler. Lo que hizo es seguramente legal,  conforme a derecho,  como le gusta decir a los que usan el diccionario de tribunales. Pero también fue una “picardía”,  una “viveza criolla”,  y hasta hay indicios de que bien pudo haber llevado a cabo la maniobra con la complicidad de hasta la Corte Suprema de Justicia.   Claro,  nadie lo puede asegurar,  mucho menos probar. Pero todo pudo ser. Y se hizo.  Si esto lo hubiera hecho el Kirchnerismo,  que de paso hay que recordar que mil veces lo ha hecho,  todo el arco opositor lo hubiera criticado fieramente.  Ahora,  por diferentes razones,  las voces más críticas seguramente serán solo de un solo lado,  del grupo de los K. Y tienen muchos motivos; temen que al amparo de estas picardías las causas penales en su contra avancen mucho más rápidamente.  Y esto no le parece mal a la mayoría de la sociedad, al resto de los opositores al gobierno y al propio oficialismo.  Pero no está bien.

La jugada que le permitió al oficialismo aprobar el juicio político contra Eduardo Freiler se basó en el aprovechamiento de la ausencia del reemplazante de Ruperto Godoy en el plenario del Consejo para alcanzar la mayoría necesaria para suspender al camarista. La Corte Suprema había informado que le tomaría juramento hoy mismo a Pais, que integra el bloque del PJ en la Cámara alta. Sin embargo, Lorenzetti dejó en suspenso la ceremonia a la espera de un acuerdo entre los integrantes de la Corte. El oficialismo apuró el trámite y votó el caso Freiler  lo antes que pudo, adelantándose a la toma de la jura de la corte y dejando el número de consejeros con uno menos con lo cual alcanzó los dos tercios necesarios.

Nadie duda que el Dr. Freiler, además de no haber podido justificar su patrimonio multimillonario,  ha sido el freno que tuvo el Kirchnerismo  en todas las denuncias penales más pesadas,  en todos los casos con culpabilidad en primeras instancias que de la mano de la cámara integrada por Freiler,  Ballesteros y Farah fueron desestimadas y muchas,  muchísimas denuncias cargadas de pruebas terminaron siendo desestimadas. Esta cámara,  amparada por las conductas zafaronianas de la justicia y con el paraguas de Justicia Legítima,  protegió siempre vandálicas actividades de funcionarios del Kirchnerismo y sus socios  entre los que se destacaron siempre Lázaro Báez, Cristóbal López y varios testaferros más. Nadie duda de que esta cámara fue una vergüenza  para la justicia,  ese poder al que todo el tiempo le estamos pidiendo que actúe,  ese poder al que muchas veces hemos catalogado como el peor obstáculo para el desarrollo de la Argentina como país serio y prometedor. Era de esperar que la justicia avance,  se depure,  sane,  pero sane en serio. 

La transparencia de las instituciones y el Estado de Derecho es una de las batallas que Mauricio Macri dijo que iba a dar. Aprovecharse de la falta de un miembro del Consejo de la Magistratura  para cumplir con el objetivo de sacar a un camarista,  por más corrupto que sea, se parece mucho a eso de que el fin justifica los medios. Y si además, para que ese miembro faltante no llegara a participar, fue demorado adrede, mucho menos. Hablando en términos futboleros digamos que si se empieza un partido ante un equipo al que le falta un jugador que no llegó a tiempo, es reglamentario pero no deportivo; pero si a ese jugador le cerraron la puerta para que no pueda salir y llegar a tiempo, es muchísimo peor. 

El Presidente Macri se expresó exultante sobre el tema: "Para mí la suspensión de Freiler es una paso enorme en la Argentina hacia el fin de la impunidad", sostuvo,  y agregó, "Quiero felicitar a los consejeros que tomaron la medida de hoy. Por este camino vamos a ser más confiables y previsibles". ¿Está tan seguro señor presidente que hacer “picardías” dentro de los organismos nos hace más confiables y previsibles?




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