Consejo
de la Magistratura: El que roba a un ladrón… es otro ladrón
El gobierno usó de toda su habilidad política para hacer
caer al camarista Eduardo Freiler. Lo
que hizo es seguramente legal, conforme
a derecho, como le gusta decir a los que
usan el diccionario de tribunales. Pero también fue una “picardía”, una “viveza criolla”, y hasta hay indicios de que bien pudo haber
llevado a cabo la maniobra con la complicidad de hasta la Corte Suprema de
Justicia. Claro, nadie lo puede asegurar, mucho menos probar. Pero todo pudo ser. Y se
hizo. Si esto lo hubiera hecho el Kirchnerismo, que de paso hay que recordar que mil veces lo
ha hecho, todo el arco opositor lo
hubiera criticado fieramente.
Ahora, por diferentes razones, las voces más críticas seguramente serán solo
de un solo lado, del grupo de los K. Y tienen
muchos motivos; temen que al amparo de estas picardías las causas penales en su
contra avancen mucho más rápidamente. Y
esto no le parece mal a la mayoría de la sociedad, al resto de los opositores
al gobierno y al propio oficialismo. Pero no está bien.
La jugada que le permitió al oficialismo aprobar el
juicio político contra Eduardo Freiler se basó en el aprovechamiento de la
ausencia del reemplazante de Ruperto Godoy en el plenario del Consejo para
alcanzar la mayoría necesaria para suspender al camarista. La Corte Suprema
había informado que le tomaría juramento hoy mismo a Pais, que integra el
bloque del PJ en la Cámara alta. Sin embargo, Lorenzetti dejó en suspenso la
ceremonia a la espera de un acuerdo entre los integrantes de la Corte. El
oficialismo apuró el trámite y votó el caso Freiler lo antes que pudo, adelantándose a la toma de
la jura de la corte y dejando el número de consejeros con uno menos con lo cual
alcanzó los dos tercios necesarios.
Nadie duda que el Dr. Freiler, además de no haber podido justificar
su patrimonio multimillonario, ha sido
el freno que tuvo el Kirchnerismo en
todas las denuncias penales más pesadas,
en todos los casos con culpabilidad en primeras instancias que de la
mano de la cámara integrada por Freiler,
Ballesteros y Farah fueron desestimadas y muchas, muchísimas denuncias cargadas de pruebas terminaron
siendo desestimadas. Esta cámara,
amparada por las conductas zafaronianas de la justicia y con el paraguas
de Justicia Legítima, protegió siempre vandálicas
actividades de funcionarios del Kirchnerismo y sus socios entre los que se destacaron siempre Lázaro Báez,
Cristóbal López y varios testaferros más. Nadie duda de que esta cámara fue una
vergüenza para la justicia, ese poder al que todo el tiempo le estamos
pidiendo que actúe, ese poder al que
muchas veces hemos catalogado como el peor obstáculo para el desarrollo de la Argentina
como país serio y prometedor. Era de esperar que la justicia avance, se depure,
sane, pero sane en serio.
La transparencia de las instituciones y el Estado de
Derecho es una de las batallas que Mauricio Macri dijo que iba a dar.
Aprovecharse de la falta de un miembro del Consejo de la Magistratura para cumplir con el objetivo de sacar a un camarista, por más corrupto que sea, se parece mucho a
eso de que el fin justifica los medios. Y si además, para que ese miembro faltante
no llegara a participar, fue demorado adrede, mucho menos. Hablando en términos
futboleros digamos que si se empieza un partido ante un equipo al que le falta
un jugador que no llegó a tiempo, es reglamentario pero no deportivo; pero si a
ese jugador le cerraron la puerta para que no pueda salir y llegar a tiempo, es
muchísimo peor.
El Presidente Macri se expresó exultante sobre el tema: "Para
mí la suspensión de Freiler es una paso enorme en la Argentina hacia el fin de
la impunidad", sostuvo, y agregó, "Quiero
felicitar a los consejeros que tomaron la medida de hoy. Por este camino vamos
a ser más confiables y previsibles". ¿Está tan seguro señor presidente que
hacer “picardías” dentro de los organismos nos hace más confiables y
previsibles?
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