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El resentimiento y la violencia crece en sus almas ante la mirada pasiva de quienes los marginamos y renegamos de ellos
Esté quien esté, caiga quien caiga
La inseguridad es hija de la marginalidad y nieta de las políticas que fueron postergando por años y años a vastos segmentos de la sociedad. Nadie nace delincuente. Nadie nace marginal, nadie elige, excepto muy puntuales y casi inexistentes casos patológicos, vivir en la miseria, en el abandono, sin rumbo y sin esperanzas. Hubo, hay y habrá responsables directos e indirectos de que para numerosos segmentos de la sociedad vivir o morir sea exactamente la misma cosa; o peor, que elijan la cárcel a la libertad, la muerte a la vida.
Una persona que nada tiene para perder, ni siquiera la esperanza, trata de anestesiarse para no sufrir, engendra odio, descontrol y su propia muerte o la de los demás. No sólo que no tiene miedo a morir, casi lo busca.
Esta cadena imperfecta de abandono, dolor y enajenación genera violencia, delito, muerte. Un ser humano abandonado totalmente desde antes de nacer, muy poco valor le va a dar a su propia existencia y a la de los demás.
Hijo, nieto, bisnieto y más de seres marginados por la sociedad, desde antes de nacer sufren el abandono, la desnutrición, la falta absoluta de apego por la vida. Nacieron en una casa abandonada a su suerte. Sus madres no fueron alimentadas por lo cual ellos jamás recibieron la alimentación que le asegurara neuronas capaces de darle aptitud para aprender, razonar y tratar de esforzarse para superarse y progresar. Hijos de padres muchas veces abandónicos, adictos al alcohol y en la mayoría de los casos a drogas de máxima toxicidad y bajo valor de mercado, desde muy pequeños sintieron en su propia carne el dolor de vivir. Vieron llorar a sus madres en los rincones, prostituirse por un pedazo de pan, golpear y ser golpeadas en medio de la desolación y creyeron que era lo corriente. Escucharon a sus padres hablar de robar o matar con naturalidad o como venganza. Fueron a la escuela, cuando fueron, separados del resto, alimentados pobremente, descalzos o con ropa regalada no siempre digna y, sin entender por qué están dónde están, viven como viven, comen como comen, terminan drogándose con las cosas más increíbles como nafta, alcoholes, pegamentos, paco o lo que otros pares, un poco mayores, les van facilitando. Ese veneno poderoso les da un lugar, el de la inconciencia. En una nube, donde todo es irreal, matar o morir es la misma cosa. Y allá van.
Los llamamos delincuentes porque en nuestro mundo, que debiera ser el de ellos, cometen delitos. Ellos son, en el suyo, trabajadores. No van a robar, van a “trabajar”. No matan, tuvieron un contratiempo y “lo pusieron al gil”. Y no mueren, “perdieron”
Delincuentes de allá, hoy de aquí.
Hace muchos años, ya lo dije antes, dormíamos con las puertas abiertas y las ventanas sin rejas. En Buenos Aires se caminaba noches enteras sin sobresaltos, al menos en los barrios más céntricos. Ya se notaba que había barrios “marginales” donde se robaba con frecuencia y, en algunos casos, con violencia.
Pasaron los años y el peligro avanzó hasta el centro porteño. La violencia arreció en las afueras. Se endurecieron los controles y el delito pasó al conurbano. En el interior, sólo algunos rateros esperaban encontrar una casa vacía para llevarse lo que les servía.
Las muertes empezaron a sucederse en un Gran Buenos Aires cada vez más violento. En el interior, el robo se hizo cada vez más frecuente. En algunos casos con armas, “calificado”. En la periferia de la capital, matan y después ven si hay algo para robar. En Junín, los delitos con armas blancas y de fuego son cada vez más numerosos. Dos muertes en situación de robo en los últimos meses demuestran el verdadero desarrollo de la curva del delito. Un par de robos calificados con privación ilegal de la libertad (secuestros) van tiñendo de rojo el cuadro de situación. La violencia avanza.
Presente y futuro
No hay dudas que los días que corren son sumamente peligrosos. El delito avanza, la "Maldita Policía" que un día León Arslanián quiso depurar de la mano de unos pocos idealistas como los que estuvieron en Junín, por desgaste, por politiquería y por insanas cuestiones personales ha dado importantes pasos para atrás. Ya se “arregla” en el juego clandestino. No es grave, al final, es una simple evasión impositiva como la de quien no da la factura en una operación comercial. Le duele más a Santiago Montoya que a la sociedad. Pero es un paso atrás. El que le quita dignidad y autoridad a la fuerza y eso es mucho más grave que el “arreglo” en sí mismo. Pero lo cierto es que el futuro es negro… o rojo. No será responsabilidad de Arslanián, Stornelli, Scioli o Solá. La complejidad es inexorable. Hija de la desventura de seres indefensos que un día grandes culpables de la historia dejaron afuera para arrebatarles los bienes materiales y el futuro, que debían ser de todos y que quedaron en sus pocas manos. Álvaro Alzogaray, Adalbert Krieger Vasena, Martínez de Hoz, Aleman, Cavallo, y muchos otros en las sombras. Nombro a éstos porque son mis contemporáneos. Sabe la historia de muchos más de antes y los sabrá de ahora y después de mí, seguramente.
Todos somos responsables
Es una realidad. Hoy por hoy debemos hacernos cargo. Usted, que cree que no, que no es tema suyo, repiense sus actos de todos los días; como empresario, como docente, como periodista, como empleado público, como bancario, como comerciante, como vecino, como testigo involuntario, etc. Si no encontró nada que justifique lo que digo, es un hipócrita más de los que hicieron que las cosas sean como son o está situado junto a quienes quedaron fuera del circuito. Yo soy parte del problema… Por ahí no sé como remediarlo o lo que hago para cumplir resulta insuficiente, pero soy, en alguna medida, responsable. Tendré que rever actitudes para empezar a ser parte, desde ahora, de la solución.
Algunos más
Claro, yo siempre digo lo mismo, no tengo la misma responsabilidad que Menem, es cierto, pero que tengo mi cuota parte, no tengo dudas. Eso sí; son grandes responsables los que manejan el dinero para consolidarse en un proyecto político en lugar de empezar a solucionar la avería estructural que margina y margina sin parar. También son grandes culpables los que, en la puja por ganar espacios de poder, operan en contra de los intereses de la gente para hacer tambalear al que conduce. Y entre unos que empujan y otros que tiran, los corruptos de siempre. Los que sólo piensan en lucrar…o mejor dicho, en robar y robar sin miramientos. Las cometas, coimas, cohechos o como usted quiera llamarlo que generan más y más dinero para unos pocos y llevan a la miseria a grandes masas de personas que quedan condenadas a la ruina, la marginalidad, la muerte.
Sin demagogia… o se termina la desigualdad en serio o nunca ganaremos la batalla contra la inseguridad. Esté quien esté, caiga quien caiga, de uno u otro bando.
2 comentarios:
Estimado Carai:
Relamente tu artículo es brillante, a la altura de los mas grandes periodistas
del País. Yo trato de leer todo pero me apasiona Morales Solá (con el cual no comparto el 100% de lo que escribe) por su tarea investigativa.
En tu caso este Editorial de tu Blog es para que lo lean en todo la Nación
porque es certero, realista, y va al centro del problema.
Siempre me pasa con todos aquellos que aprecio, soy muy " hincha" de lo que hacen.
¡ Felicitaciones ¡
y Siempre adelante.
¡ Neique Chamigo ¡
Coincido en un todo con el artículo. También con Neike en que debiera ser leído por todos, pero ojo, en el mientras tanto, ¿qué hacemos?
Lo que pasa que es imposible pretender seguridad con corrupción. ¿Ustedes no creen que los políticos son los que generan la mayor inseguridad porque con su corrupción apañan ladrones, estafadores, jueces corruptos con los que lucran, desarmaderos, juego clandestino, coimas de todo tipo, evasión impositiva muy grande, etc...?
Leyes duras contra la corrupción pero por sobre todo, poder político sano que las aplique. Si no, estamos perdidos.
Ese mismo poder político corrupto es el que genera la inseguirdad y le da marco de protección para que subsista. Políticos sin ética no aplicarán jamás leyes que los condenen. Seguirá siempre así. Cuando escuchamos decir que falta "decisión política" es que justamente, si los políticos tomaran la desición de meter preso a los delincuentes, primero se tendrían que meter ellos y segundo, ¿qué policía obedecería una órden de quien los incita para que delincan para ellos o que hagan la vista gorda ante sus fechorías?
Gracias por el blog y la posibilidad de expresarnos en libertad
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