Cambia todo... menos la inseguridad

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El súperintendente Daniel Salcedo, nuevo jefe de "la Bonaerense" estuvo en Junín junto a la cúpula ministerial. El gobernador está muy preocupado y sacó sus hombres al ruedo. Poco para hacer con una economía provincial quebrada y sin muchas posibilidades de arreglarla. El presente duele. El futuro es negro y como si esto fuera poco, a estas horas un nuevo homicidio sacude a la ciudad.

Cambia Todo...

Nada indica que será para mejor.
Desde hace mucho tiempo venimos observando en el interior de la provincia que el corrimiento de la modalidad delictual es una constante.

Hace cuarenta años vivíamos con las ventanas sin rejas y las puertas sin llaves. Abiertas cuando hacía calor. Recuerdo que en las calurosas noches de lo veranos de los sesenta tirábamos el colchón en el “hall” de casa, actualmente mi oficina, donde estoy escribiendo esto con profunda nostalgia; abríamos la puerta de calle –esa misma que ahora tiene mirilla, cerradura y tranca más una reja exterior sobre la vereda- y recibíamos la bendición de la brisa que nos acariciaba el sueño. Buenos Aires era tranquilo. Solía visitarlo los fines de semana en la primera juventud y me pasaba la noche del sábado deambulando, disfrutándolo. Ahorraba hotel –no había para tanto- y gozaba la aventura de amanecer la gran ciudad.

El tiempo pasó. Buenos Aires empezó a ser dudosa primero, peligrosa después y más tarde violenta. Junín era un Edén. Pero lentamente el hurto, la sorpresa del arrebato y el “descuidismo” empezaron a preocuparnos.

Con los años, Buenos Aires dio paso a los robos a mano armada, a la ciudad violenta. Junín fue pareciéndose. En la medida que la Capital endurecía el control, el delito pasaba al conurbano. Y cuando el rigor se imponía allá, la modalidad se fue trasladando al interior. Aquellos robos de rateros se fueron complejizando. Tuvimos etapas negras de muchos homicidios jamás esclarecidos y el marco general siguió complicándose. Después llegaron los robos calificados. Esos que se llevan adelante con armas y violencia.

Ahora, cuando en el gran Buenos Aires y en la propia capital se matan sin parar, ya en Junín debimos soportar dos muertos en situación de robo. Cayó un comerciante, Alanís, y un delincuente muy joven por un puntazo de otro comerciante en defensa ante un asalto, Bogey. El lunes, con el propio Stornelli, ministro de seguridad de la provincia visitándonos, hubo robo con secuestro y toma de rehén. Cada vez el delito que padecemos se parece más al de la gran urbe. Y vamos barranca abajo.

Todo sigue su curso inexorable

En los últimos días, luego del cambio de autoridades, luego de las nuevas jefaturas, luego de todos los discursos, el clima empeoró. Ya no son más uno o dos “calificados” por semana. Son por día. Con picos de cinco. ¿Qué está pasando? Nada que no se haya visto y dicho que iba a pasar. Se sigue el camino ¿irreversible? de la cuesta abajo. Pareciera que nada ni nadie va a poder poner freno a la caída.

Policía, política, foros y vecinos

Mucho se ha discutido en este último tiempo. Pero hay datos que no se pueden soslayar. Hasta la llegada de la “Policía Distrital” en Junín hubo dieciséis homicidios sin esclarecer. Impunes. Se contabilizaron estadísticamente hasta ciento sesenta y cinco delitos cometidos en un mes, con picos superiores a ciento ochenta. El día en que se “estrenaba la Distrital”, el triple homicidio de los hermanos Villalba Rohn parecía una profecía. Se esclareció. De la misma manera que se esclarecieron los otros seis homicidios que se produjeron. El delito bajó a menos de la mitad y llegamos a aquellos uno o dos calificados por mes.

Pasó el tiempo, la policía perdió mucho de la actitud que tuvo en sus comienzos y las operaciones políticas se ocuparon mucho más en romper que en arreglar y como decía Perón, no sólo hay que romper sino saber qué hacer con los pedazos, pero no se supo. Tantos tires y aflojes fueron degradando el accionar. Los móviles se rompían por impericia más que por trabajo y nadie le puso límite. El personal, muy mal capacitado, con escasa vocación y mucho de arquetipo de “empleado público”, fue superado largamente por las circunstancias. El poder político quizás no fue todo lo duro que hacía falta. Los foros buscaron más exhibicionismo que eficiencia. Los ciudadanos reclamaban cada vez con más bronca y el delito fue creciendo.

Nuevo gobierno

Un mal endémico de los argentinos es la falta de proyectos estratégicos consensuados que perduren en el tiempo y excedan a sus mentores. El que llega nuevo rompe lo anterior y arranca otra vez. Para dónde, vaya uno a saber, pero arranca de nuevo. No importa si quien lo precedió es de otro o de su propio partido político. Scioli sucedió a Solá y Stornelli a Arslanián. Como siempre, fue barajar y dar de nuevo. Verticalidad, con policías al frente de “la Bonaerense”, recambios, nuevos nombramientos, incertidumbre.

El mapa de la fuerza en Junín

Primero fue dar una giro de 180º. No más poder político, no más contacto vecinal. Jefe policial con “gorra”, jefe departamental nuevo. Nuevo orden jerárquico. Se fue Idone, bastante cuestionado y vino Fraga. El comisionado hacía tres años que estaba al frente de la Caja de Jubilaciones. Habrá sido muy bueno. Habrá sido… El hombre ya estaba como administrativo y cerca de su jubilación. A nadie escapa que para dar un golpe fuerte de timón, para ponerle mucha garra y cambiar el rumbo, hace falta sangre nueva, con toda la fuerza, con hambre de gloria. Un hombre próximo a su retiro está muy lejos de cumplir con esos requisitos. Pidió tres meses para mostrar resultados pero el delito no se toma vacaciones. Dijo ser el nuevo jefe. Toda la fuerza pasaría por sus manos. Llamativamente, el delito calificado arreció. Se multiplicó. Todavía está por demostrar que aún está para estos trotes.

La DDI tiene nuevo jefe. Víctor Canosa, policía probo como el que más, con demostrada eficiencia en materia de investigación, juninense, fue desplazado sin tres ni cuatro por un señor que llegó de Pilar. ¿Le suena? Homicidios y asaltos por doquier. Barrios cerrados robados día a día. Rutas asoladas. Delitos de los más pesados. ¿Cree usted que al hombre, que aspiraba a ser jefe departamental de Pilar, lo mandan premiado a Junín?

Ante el pedido ciudadano de juninenses para la fuerza apareció nombrado segundo jefe el Inspector Luis Terrer. Ya había pedido su pase a retiro. Estaba en Pergamino. Era Segundo Jefe Departamental, igual que ahora, acá. Doce delitos calificados por día. Al decir de un concejal pergaminense, una situación siete veces más dramática que en Junín. De andar cansino, bonachón, tolerante hasta lo indecible, un tipo muy querido por mucha gente pero muy lejos del ideal de acción y gestión que hoy hace falta. Justamente, su anterior paso por la Comisaría Primera coincide con la época de alto índice delictual, homicidios no esclarecidos, juego clandestino, prostitución y zonas liberadas para el delito aunque, es cierto, todo indica que él no tenía nada que ver, que la cosa venía de algo más arriba. Cuando pregunté por qué Terrer, a quien aprecio mucho pero lo sé mucho más cerca del retiro que del traslado, se encogieron de hombros y con una sonrisa irónica me dijeron tímidamente: "Y... será para que baje el indice de delitos en Pergamino"

A todo esto muchos cambios importantes: Mabel Levalle, segundo Jefe de la Patrulla Rural, de impecable cometido, con cero delito desde hace más de un año, la mandaron como Jefe de Turno a la Comisaría Segunda. Rodas, el mejor investigador de la misma Patrulla Rural, con varias causas resueltas y delitos esclarecidos, con muchas investigaciones importantes en curso, fue derivado a la Comisaría Primera como chofer de un móvil. Donsa; Jefe de Calle de la Comisaría Primera, eficiente, con varios esclarecimientos (juego clandestino, por ejemplo, lo que indica que “no arregla”) fue pasado a rurales sin justificativos a la vista. Y otros más de forma tal que uno no sabe si es por gravísimos errores o por una feroz interna policial donde todo se hace intencionadamente; para cobrarse facturas o para desestabilizar.

Se vienen muchos otros cambios. Una fuente indiscutible asegura que el Capitán Petrone reemplazará al Inspector Vizcaíno al frente de la Policía Distrital. otros rumores dicen que Arigüel será el número dos; dejará la Comisaría Primera en manos de Luján, su actual segundo. El capitán Pirloni quedaría al frente de la Comisaría Segunda, repuesto de algunos embates que sufriera el año pasado los que lo colocaron al borde del abismo. Dicen que el Capitán Feleto se haría cargo de la comisaría de Chacabuco, hoy en manos de Medina. Todo se definirá en cuestión de horas. De todas maneras está claro que el problema no es de nombres, es de actitud.

Scioli, Stornelli, Stagnaro, Salcedo y compañía

El gobernador lo dispuso y todos los otros corrieron a cumplir. Luego de dos meses de no atender el teléfono, en una semana nos volvimos como hermanos de todo el ministerio. Recibieron delegaciones, atendieron vecinos, hablaron y visitaron al intendente y trajeron 30 efectivos y cuatro móviles. ¡Sabrá Dios de dónde los han sacado! La provincia no tiene móviles, tampoco plata ni crédito. Pero venir, vinieron. Prometieron trabajar codo a codo, entre ellos y con la gente. La situación en Junín hoy no es desesperante ni mucho menos, pero va a empeorar. Ellos lo saben. Todos lo sabemos. Desde hace mucho. El delito necesita mucha acción y compromiso hoy, pero, esencialmente, grandes medidas a futuro. Pero de eso hablaremos otro día.

Cerraba estas líneas y se conocía un homicidio. Aparentemente un repartidor de pan habría sido degollado. En zona rural, sobre calle Posadas a 2.500 metros de la Av. de Circunvalación. Otra gota gruesa en un vaso casi lleno. Enorme desafío para Fraga y su gente que todavía no han podido hacer pie ante el oscuro panorama que se presenta en lo inmediato.