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Los hechos vandálicos de las noches del cuatro y cinco de febrero ponen un manto de sospecha generalizado sobre las prácticas políticas de la ciudad. La rotura de bienes públicos en las obras de los barrios municipales conjuntamente con la destrucción del sistema de alumbrado de dieciséis columnas en la Av. De Circunvalación del cuatro de febrero, fue una luz amarilla. No robaron, sólo violentaron, rompieron. No importó si con esa actitud destructiva se ponía en riesgo las vidas y la seguridad personal de quienes circulan por la Avenida de Circunvalación o si se demoraba el sueño de la vivienda propia a treinta y cinco familias de las más desprotegidas de la ciudad. La reiteración durante la noche siguiente es luz roja.
Desde el municipio se consideró este hecho como una acción de obstrucción política de la oposición, dejando, con esa frase, el abanico de posibles agresores ampliado a la totalidad del espectro no oficialista. No fue bueno. Máxime, porque lo que se quiso decir fue que los responsables, en grado de alta posibilidad, eran los kirchneristas puros. Había datos que, en reuniones privadísimas, funcionarios del gobierno nacional, muy cercanos al ex presidente, habrían estado en Junín, en un lugar turístico y habrían dejado claras directivas de entorpecer todo lo posible la gestión del ex K Mario Meoni, de todas las formas posibles. Probablemente no quisieron decir rompiendo la ciudad, pero se sabe que, de los energúmenos, cuando se les abre la puerta, jamás se puede predecir dónde van a terminar.
En realidad, lo de la sospecha de vandalismo político tiene antecedentes: La pintada de la casa de calle Narbondo, donde se atiende a la minoridad; las pintadas la noche antes de la inauguración de la puesta en valor del área centro, las pintadas en el remodelado MUMA, la rotura de las macetas del Sáenz Peña junto a varias pintadas ofensivas e intimidatorios en épocas preelectorales, son algunos de los datos que saltan rápidamente a la memoria.
Además, nadie duda que, para que se pudieran cometer tantos hechos vandálicos en una misma noche, sin llevarse nada como para suponer que pudiera ser un robo, hizo falta conocimiento (el manejo de la electricidad pública no es para cualquiera), personal (dos escenarios diferentes, distantes y muy amplios), logística y cierto grado de impunidad. Todo da mucho más para pensar en motivos políticos que en delitos comunes.
Si algo faltaba para afirmar el derecho a pensar que todo estaba motivado por un hecho político, la reiteración de los sucesos en la Av. de Circunvalación ya no deja dudas ni a los desinformados.
Los Partidos políticos
Ante los sucesos y las explicaciones públicas, los partidos políticos en su conjunto suscribieron un documento de repudio a los hechos, en defensa de las instituciones democráticas y con un llamado a la búsqueda inmediata de la verdad. Fue una reacción medida, moderada, valorable, con claro fundamento democrático. Se podría decir que hubo madurez política de los partidos y sus dirigentes.
Los concejales:
Como si no fueran de ningún partido político, ocho concejales; Feldman, Ricchini, Kiernan, Traverso y los cuatro integrantes del bloque del MID produjeron un documento muy lejano al tono maduro y constructivo de los partidos.
Se pude entender al Dr. Feldman, que no tiene partido alguno y quizás, hasta al propio Kiernan, que uno no sabe todavía si es Polo Social, Frente para la Victoria o Partido Justicialista y a lo mejor él tampoco lo ha definido todavía. Pero resulta absolutamente inexplicable la actitud del resto: Magdalena Ricchini forma parte de la Coalición Cívica, Gustavo Traverso del PJ, y Ricardo Petraglia, Tessy Lawler, Soledad Massari y Cecilia Peiro, integrantes todos del bloque del MID. Todos ellos, como partido, habían tenido, unos minutos antes del comunicado que firmaron como concejales, una actitud totalmente diferente, contradictoria, en el documento respectivo de sus propios partidos políticos. Fundamentalmente el Dr. Ricardo Petraglia que hasta es el presidente del MID.
La virulencia del documento de los concejales, sugiriendo que los hechos vandálicos podrían ser producto del oficialismo para poder achacárselos a la oposición, también es una contradicción. Bajo ese mismo análisis, el Dr. Feldman, en su momento, rompió el espejo de su propio automóvil en la cochera de calle 25 de mayo para culpar al oficialismo o la Sra. Lawler desparramó los periódicos de su propio partido frente a su casa para acusar al gobierno de Meoni.
Mirado con cierta prescindencia, pero conociendo bastante como se mueven las estructuras partidarias cuando se les van de las manos a quienes las impulsan, lo sucedido se parece más a una intimidación política que a cualquier otra cosa y esto es lo que realmente debe preocuparnos, más allá de quien contra quien es la agresión.
Como es altamente posible que esto tenga que ver con la política más que con el delito común, es absolutamente necesario que los dirigentes, verdaderos responsables de la conducción de las masas que se encolumnan tras de si, tengan la mesura, el tino, el equilibrio de buscar una rápida solución a estas lamentables situaciones. Es impensable que romper la ciudad vaya a quitarle votos al oficialismo, tan impensable como que el oficialismo, embarrando la cancha, pueda tener el tiempo suficiente para gestionar con eficiencia y de esa manera ganarse la simpatía del electorado en octubre de este año.
El orden debe imperar, el sentido común imponerse y la calma dirigir las acciones y moderar las palabras. El mundo y con él el país y la ciudad van a vivir un año de por sí muy difícil. La crisis que se empieza a sentir cada vez más nítidamente preocupa grandemente a la ciudadanía. Es absolutamente necesario que los políticos asuman con responsabilidad los roles que les corresponden o va a correr el riesgo de hacer reeditar el nefasto QUE SE VAYAN TODOS que habíamos creído desterrar.