Ahora, el agua… Después va a ser tarde

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* Ahora, el agua… Después va a ser tarde
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Visto el informe oficial uno no puede mas que hacer se cruces pensando lo que un día puede llegar a pasar. ¿Es posible que nos imaginemos un mundo sin agua potable? Sí, claro que lo es. Basta ir a las ciudades que siempre tuvieron escasez, cercanas a Junín además, para palpar una realidad que los juninenses no queremos ver.

El principio básico de tener empieza por no malgastar. Esto es común al dinero, a las cosas y también al agua. Porque no se trata de no usar, sólo no hay que derrochar. Con eso alcanza. Pero pareciera que no nos damos o que no queremos darnos cuenta. Total, hay. Claro, cuando se cometen los excesos, falta para muchos vecinos, los que viven más alejados de los pozos y los centros de bombeos. Pero como no somos solidarios, a los que no nos falta no nos preocupa. Miramos para otro lado. Escondemos la manguera, para evitar la multa y lo peor, nos sentimos vivos, piolas, como dicen los chicos. Somos inconscientes… irresponsables, mejor dicho.

Lo cierto es que el agua, como recurso no renovable, debe ser fuertemente protegida. Pero no lo hacemos. Por lo tanto, el estado es el que tiene que tomar la sartén por el mango, como decían nuestros abuelos. Es el Estado Municipal, el más cercano, el administrador del recurso, el que debe velar porque hagamos lo que, proclives a la “viveza criolla”, no queremos hacer.

El intendente ha dicho, con relación al tránsito que, en todos los países del mundo en dónde lo tienen controlado, lo han hecho con campañas de concientización y sanciones a los contraventores. Se me ocurre que con el agua debe ser exactamente igual, aún con el agregado de algunas otras medidas de infraestructura que se debiera instrumentar. Entonces, manos a la obra.

En principio, los especialistas debieran ver de que forma se debe cobrar la tasa por el agua potable. Pueden optar por algún sistema que contemple el consumo y alguna forma básica para asegurar el sentido solidario de la tasa a fin de asegurarle agua incluso a los que no la pueden pagar. Pero aún, en la excepción del pago, deberían estar controlados con medidores.

Todos los domicilios, todas la canillas de la ciudad debieran estar controladas por algún medidor. De esa forma, cada vecino debería hacerse responsable de su consumo. Dada la cantidad de personas en cada casa podría tener un límite diferente para su consumo. Y el que se exceda, si no lo puede justificar debidamente, debiera ser primero advertido y luego sancionado hasta con la reducción del caudal que le entrega el medidor. Porque no es una cuestión recaudatoria. No porque tengo medidor, gasto lo que quiero porque lo pago. Deberá ser gasto responsablemente lo que estoy autorizado a gastar para evitar que nos falte a todos en poco tiempo más. Ése debe ser el sentido del medidor.

Además, el Estado Deberá tomar algunas medidas paralelas que faciliten el ahorro. Se deberá valorar la posibilidad de que, a partir de ahora, toda red de agua nueva que se instalase en la ciudad, pública y domiciliaria, debiera tener dos cañerías; una de agua potable, fuertemente controlada por medidores, y otra libre, de agua no potable, para usar en los riegos , la limpieza y los sanitarios, por ejemplo. No hay que perder de vista que pareciera ser que es justamente en estos ítems en los que más se derrocha el agua potable que hoy disfrutamos. Pareciera una obra grande, inalcanzable pero no lo es. Hay que empezar. Hacerla de a poco. Cada sector que se renueve en la ciudad, se puede ir haciendo de esta manera. Con los años, habremos dado el gran paso. Esta u otra obra de infraestructura deberá ser impulsada por el Estado para, junto con el control y la concientización, garantizar el recurso hacia el futuro.

El intendente Meoni ha demostrado ser un gran estudioso e impulsor de las obras estratégicas, más allá de las ventajas meramente electorales. Cuidar el agua potable que hoy disfrutamos hasta el derroche puede no ser una obra que sirva para juntar votos pero seguramente habrá de ser una de las más importantes para asegurar una larga vida sana y disfrutable para las generaciones futuras en la ciudad.