jueves, 11 de octubre de 2007

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EL HOMBRE DEL HACHA

El golpe seco del hacha sonaba en descompás con los latidos del corazón de la selva.
Los pájaros eran despojados de sus alturas y los pichones se reventaban contra el suelo.
La savia se confundía con el sudor de las hojas en pánico. Los árboles, habitantes milenarios, perdían su estatura y quedaban minúsculos, del mismo tamaño que el hombre del hacha.

Héctor Pellizzi (Del libro La última Caravana)

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