viernes, 12 de mayo de 2017

Hipocresías y falta a la verdad frente a más detenidos en Junín

Empezó como el comentario a una columna de opinión pero me pareció que daba para explicarlo un poco más y con toda la identidad que da firmar un artículo periodístico de opinión. Es decir muy claramente lo que se piensa con el propósito de expresarse sin importar para nada que lo que se diga sea políticamente correcto o no.  Lo único que es políticamente correcto, según mi visión de estas cosas, es decir claramente lo que se piensa en libertad.

El bloque de concejales de Cambiemos demuestra que la posición del intendente es un acting,  hipocresía  si se quiere ser más claro. Hay muchas trabas legales para la construcción de una nueva cárcel en el cuartel, por lo tanto es inviable. Por eso quedó políticamente correcto salir a oponerse a su construcción por parte del intendente.

El predio sobre el que se encuentra enclavada la unidad militar de Junín fue donado hace muchos años para tal fin y no para otro.  El gobierno,  si quiere transformarlo en una cárcel, aunque sea a una parte del total del terreno,  deberá expropiarlo a los herederos del donante ya que si se cambia el destino,  la fracción que se utilizara para ello volvería a sus dueños originales y por lo tanto a sus sucesores. Tanto freno legal y la seguridad de tener que pagar una suma exorbitante por hectáreas de campo flor tan cerca del ejido urbano de una ciudad importante como Junín desalienta todo tipo de intentos de cambios como ya desalentó en su momento  el sueño del ex intendente Abel Miguel de construir allí un barrio cerrado si lograba que el ejército trasladara la unidad militar a otra ciudad, cosa que estuvo a punto de concretare sobre el fin del siglo pasado y principio de este. La idea de una nueva cárcel allí,  es inviable desde donde se lo mire. Para Pablo Petrecca fue muy sencillo decirle no a sus jefes provinciales y nacionales;  el no estaba cantado de antemano.

Los concejales transparentan la verdad

Ahora el bloque de concejales de cambiemos, en lugar de plantarse a viva voz en contra de la ampliación del número de detenidos en las cárceles ya existentes,  no se suma a un proyecto de repudio de la oposición  de no sólo la construcción de nuevas cárceles sino de la ampliación de las existentes. Es decir, está de acuerdo con que vengan más presos a Junín. Si no le quería regalar la iniciativa al FR podría haber presentado un proyecto por su cuenta, pero no lo hizo.

La única verdad es la realidad

Hay mucho de mito y muy poco o nada de verdad sobre la relación de las cárceles instaladas y el crecimiento del número de delitos cometidos. No hay registros que puedan afirmar con solvencia ese diagnóstico.

Lo real es que la nueva cárcel dio alrededor de mil puestos nuevos de trabajo bien remunerado a la ciudad y nadie pudo nunca demostrar fehacientemente que el delito haya aumentado en la ciudad por culpa de las cárceles. Todos los datos recogidos demuestran que hay mucho más delito de juninenses fuera de la ciudad que de foráneos en Junín. No hay certezas de delitos cometidos por familiares de detenidos en las cárceles en sus visitas a la ciudad ni nadie ha demostrado con certeza de prueba que haya habido delitos cometidos por familiares de reclusos de nuestras cárceles radicados en forma estable en Junín
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Hay muchas cosas que son más importantes que esta cuestión de debate más ideológico que técnico.  Por ejemplo,  que las políticas que dejan afuera a la gente generan más y más delitos por necesidad y por falta de educación,  de posibilidades y lo peor, de esperanza.

Sería muy bueno que en lugar de debatir cuestiones estériles que no llevan a ningún lado pongan énfasis en resolver lo más rápidamente posible la grave crisis de economía de bolsillo generando oportunidades reales para trabajo en blanco y bien remunerado. Si esto ocurre,  en lugar de ver cómo le sacamos partido en poses hipócritas frente a la crisis,  quizás estemos viendo en corto plazo como empiezan a sobar cárceles porque los ciudadanos,  una vez puestos a trabajar dignamente,  se dediquen a sus tareas remuneradas en lugar de delinquir.  Quizás Suecia u Holanda,  que cierran cárceles por falta de presos, esté todavía muy lejos como modelo a imitar, pero algún día debemos empezar a recorrer el camino que, por más largo que sea,  siempre se empieza con el primer paso. A darlo, entonces.

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