viernes, 12 de mayo de 2017

Dos por uno, profundo retroceso en todos los sentidos

Una vez más tomó plena vigencia aquel axioma que dice que en la justicia,  la mitad de la biblioteca  va para un lado y la otra mitad en sentido contrario. Elena Highton de Nolasco, Carlos Rosenkratz y Horacio Rosatti  se fijaron en que la Constitución Nacional habla de igualdad de las personas ante la ley y que en la pena debe imponerse la ley más benévola y aceptaron la aplicación del dos por uno con el que se benefició a un condenado por crímenes de lesa humanidad, el represor Luis Muiña.  Ricardo Lorenzetti y Juan Carlos Maqueda opinaron lo contrario.

Sin entrar en consideraciones jurídicas ni políticas;  las primeras porque es una interpretación que corresponde a especialistas y la segunda porque directamente no debe corresponder,  y solo apelando al sentido común, está claro que esa sentencia es un gravísimo retroceso.

La primera consideración a hacer es que con este fallo de igualdad de las personas ante la ley se deja sin efecto un valor que ya parecía instalado fijamente  según el cual los delitos cometidos por las personas en ejercicio del poder  del Estado es de gravedad superlativa ya que no se trata de personas comunes sino las que detentan el poder absoluto que les confiere su situación circunstancial.

Por otra parte este fallo abre la puerta a la “teoría de los dos demonios”,  donde  terroristas y Estado pareciera que estaban en guerra entre iguales. No lo fue,  categóricamente. Los terroristas fueron y son delincuentes, quizás no comunes,  más peligrosos, pero delincuentes. Los  genocidas  en el ejercicio del poder absoluto del Estado fueron mucho más que aquellos,  y por lo tanto sus responsabilidades infinitamente superiores.

La tercera cuestión es que, al aplicar el criterio del dos por uno se usa el de una ley que no estaba en vigencia cuando se cometieron los crímenes y está derogada ahora,  al momento de la sentencia.  Ni antes ni ahora podría ser aplicable a los dictadores genocidas, muchos de ellos ahora presos.

Elena Highton de Nolasco,  un giro que posibilitó el 2 x1

En un fallo del 30 de junio de 2009 la jueza dice exactamente lo contrario. Fue en respuesta al pedido de Jorge Luis Magnacco, el médico de la ESMA, que había exigido el beneficio del 2x1. ¿Por qué cambió? ¿Fue para congraciarse con el Poder Ejecutivo como pago por haberle permitido que siga siendo integrante de la Corte Suprema de Justicia aún luego de cumplir 75 años? ¿El gobierno se lo insinuó? No pareciera. ¿Por qué cambió? Seguramente nunca lo sabremos.

Retroceso también político

La ex presidenta Cristina Fernández dice que en su gobierno ese fallo no se hubiera dado. Seguramente. Las presiones que el Kirchnerismo hizo siempre sobre la justicia las hubiera hecho en este caso. Pero más allá de eso,  la visión de su gobierno fue muy crítica frente a los represores, más allá de haberlo hecho por convicción o por márquetin. Está claro que el gobierno de Macri no tiene ese perfil y suele decir,  quizás también más por conveniencia que por convicción,  que no interfiere en materia de justicia. Y está bien.  Pero que su secretario de Derechos Humanos, Claudio Avruj, se haya pronunciado tibiamente al expresar "estoy de acuerdo con el 2x1 de la Corte si el fallo está ajustado a la ley" es, cuanto menos,  sugestivo.  En su rol de defensor de los DDHH tuvo toda la oportunidad de levantar las banderas de  la crítica a los delitos de lesa humanidad y podría haber manifestado su desacuerdo.  Tenía muchas maneras de hacerlo.  No lo hizo.  Si no lo hace él, está claro que el gobierno de Mauricio Macri demostró con ello una tibieza extrema,  una escasa convicción,  dio un temerario paso atrás. La política debe seguir defendiendo fuertemente a los ciudadanos de las garras de los dictadores. Es un deber de los demócratas profundizar toda acción que concurra en defensa de la democracia,  de los ciudadanos y vaya decididamente en contra de los dictadores,  más aún,  de los genocidas.

La reconciliación por fuera de la sanción es falta de respeto a la memoria
La sociedades deben reconciliarse con su pasado, es cierto; imprescindible.  Lo que esa reconciliación no puede hacer es valerse para ello de la impunidad frente a todos los tipos de delitos,  más aún de lesa humanidad. Hacerlo es una afrenta a la memoria,  una falta de respeto angte el sufrimiento de miles de vidas inocentes.  Nunca hay que olivarde que,  si bien hubo terroristas que sufrieron la denigración y las torturas, miles de inocentes,  por haber estado en una agenda de teléfonos inapropiada,  fueron secuestrados,  torturados, desparecidos y asesinados.

Reducir las penas a los genocidas por los mecanismos que sean,  más aún por la aplicación de leyes que no están en vigencia,  lejos de buscar la reconciliación es profundizar las heridas.  Lamentablemente,  sabrá Dios por qué oscuros intereses,  tres jueces decidieron que los torturadores, secuestradores de bebés,  apropiadores de vidas humanas, asesinos y ladrones que usaron la impunidad que les dio ejercer el poder del Estado pueden ser considerados iguales a alguien quien,  por hambre,  podría haber robado una manzana.

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