La
osadía de jugar a todo o nada puede llegar hasta dejar a Espert fuera de la
elección presidencial e impedir hasta poder explicitar su proyecto liberal
En política, es archisabido que la experiencia tiene un
valor superlativo cuando llega el momento de jugar a la mancha con los halcones
peregrinos.
Nadie duda de la
enorme profesionalidad de José Luis Espert, de sus ya muy conocidas
explicaciones sobre por qué nos va como nos va a los argentinos y las múltiples
recetas que ha explicado hasta el cansancio
como estrategias para salir definitivamente
de nuestras eternas y recurrentes crisis.
Tanto lo ha explicitado como
sembrando en el desierto que ha decidido lanzarse a la arena política con el
proyecto de tratar de, ya que nadie lo
quiere escuchar, que lo escuche el
electorado. Nadie pone en práctica lo
que para él es la solución, pues
entonces a tomar el toro por las astas.
La idea es buena.
Realmente lanzarse a la política es una tarea titánica. Por más que los políticos estén muy desacreditados, la carrera de la política es extenuante, casi siempre muy cara y casi nunca exitosa.
Hay que tener una cuota de valentía enorme para lanzarse a hacer política, máxime desde la comodidad de la situación profesional
y personal del ahora candidato por Despertar.
Lo que no parece buena es la estrategia y a
la luz de los acontecimientos,
todo indica que está pagando muy cara su osadía. Hacer política requiere de un gran
aprendizaje, una enorme
experiencia. Ser un gran
economista, muy experimentado y
convencido en lo suyo, nada le asegura la lucha por un lugar en la elección a presidente.
Esta es la cuestión. Un lugar para presidente y en una
carrera política que recién comienza,
con solo ocho meses de trayectoria.
Casi inexistente.
No hay dudas que el gobierno sintió que la totalidad de
los votos a Espert iban a ser una merma
a su propio caudal electoral y de inmediato
vino toda una operación política para sacarlo de carrera. Si bien no lograron bajarlo de la competencia
electoral, redujeron sus
posibilidades, cerraron muchos
caminos y le sumaron a los obstáculos
naturales que enfrentaba el economista
por tratar de construir un espacio desde la nada misma y en tan poco
tiempo, una serie de trabas que fueron
minando las posibilidades de sentar bases ciertas ya no solo con la posibilidad
de competir de igual a a igual, cosa que
es lógico pensar que Espert ni siquiera perseguía sino peor aún, de hacerlo trastabillar hasta la presunta
posibilidad de sacar tan pocos votos como para construirle un futuro
tortuoso a sus aspiraciones políticas.
Inexperiencia
No se explica demasiado como alguien que maneja tan bien las variables de la economía no previó que, en tan poco tiempo no iba a lograr reunir los fondos necesarios como para afrontar una costosísima campaña electoral. Más aún, en tan solo unos meses cómo iba a hacer pasa construir una estructura política con aspiraciones presidenciales sabiendo que hay nada menos que 24 distritos electorales con sus cargos ejecutivos y legislativos que cubrir y más de dos mil municipios a los que hay que llegar también con concejales e intendentes y consejeros escolares. Miles y miles de candidatos que de un día para otro debía encolumnar detrás de su candidatura a presidente. Sin profundizar demasiado, sin conocer a fondo el pensamiento sobre estas cuestiones que Espert tenía o tiene, es fácil concluir que fue una movida demasiado apresurada y ambiciosa que puede llegar a sacarlo de la cancha tras un insignificante logro electoral o al menos dejarlo lo suficientemente herido como para poner en serio riesgo su futuro en la política. Había otras opciones. Se podía empezar con la casi seguridad de quedar bien parado en la contienda.
La
experiencia Granata, un modelo para llevar a la Nación
Sin dudas, Amalia
Granata dio un batacazo. Obtuvo unos 280.000
votos en Santa Fe con boleta corta los que
la llevaron a una banca provincial.
Quiere ser gobernadora de su provincia y no solo no lo oculta sino que
lo explicita con claridad. Dio un paso
fundacional para sus aspiraciones y nadie puede negar que quizás un día corone
su objetivo.
Era el modelo accesible para un José Luis Espert
que, encabezando una lista de diputados nacionales
con boleta corta en CABA o Buenos Aires hubiese tenido grandes posibilidades de
llegar a la cámara, incluso acompañado
por otros diputados y por qué no, algún
senador. Y todos los distritos que
hubieran querido sumarse a la propuesta podrían haber dado un fuerte espaldarazo a su proyecto liberal, una plataforma de lanzamiento para una
candidatura a presidente dentro de cuatro años con la exposición intensa de una
banca nacional bien trabajada, con la experiencia política adecuada, con el tiempo de lograr soporte económico
para tamaña empresa, con tiempo suficiente
como para ir armando día a día las estructuras legislativas y ejecutivas
para todas y cada una de las provincias
y municipios del país. Además, su
propuesta liberal hubiera tenido tiempo de ser claramente explicada en sus
intervenciones como legislador, no
hubiera confrontado con el macrismo en esta elección y no hubiera sufrido la
serie de “magulladuras” a las que se expuso
inútilmente.
La hora de la verdad está casi a la vuelta de la
esquina. Una PASO sin el 1,5% de los
votos lo dejaría incluso fuera de la elección y perdería toda oportunidad de exponer
su pensamiento aunque más no sea en campaña.
El tiempo dirá si el error es terminal o le queda tiempo de revancha.