Este mundial es mucho más que una experiencia deportiva para nosotros; es casi una síntesis de lo mal que estamos,
de las cosas que hacemos mal, de los errores que cometemos cada día, de lo
descuidados que somos con nosotros mismos. Da mucha tristeza, damos mucha tristeza.
Arrancamos con una mafia en la AFA que duró por treinta
años, con un personaje típico de la mala argentinidad; capaz, sin ninguna
duda, inteligente, brillante, pero lleno de cosas negativas, experto en
“viveza criolla”. Hasta se dio el lujo
de no querer ser presidente de FIFA porque le era mucho más rentable en materia
de dinero y poder ser el monje negro, el gestor entre las sombras, detrás de
Joao Havelange, Joseph Blatter o el que fuera.
Muerto el perro comenzó la rabia. Porque lejos de la sentencia
del refrán popular, acá el desbarajuste
empezó cuando ese monje negro, brillante
estratega de los armados espurios y de los otros, dejó de existir.
Claro, luego de tantos años de poder absoluto, de no dejar
nadie tras su sombra, cando faltó, la
debacle fue total. Una zaga de
aprendices de monje negro, aprendices solo por el contagio o la copia de lo que
el original dejaba ver, empezaron la
batalla entre todos.
Quizás el gobierno nacional,
de la mano de Angelici, aprovechando que
por entonces tenía una gran conexión con
Moyano, armaron la salida de la corrupción generalizada de Fútbol para Todos
con la pretensión de armar también un espacio de poder en el futbol.
Pero Moyano se abrió del gobierno y su yerno quedó en la AFA y el gobierno
enganchado con Angelici, pero ninguno con la habilidad suficiente ni el poder,
ni el talento ni la trayectoria como
para poder manejar semejante colectivo.
En medio de eso, las luchas por llegar a poner un técnico permeable y `por lo tanto, un día, el ignoto Sampaoli, ultraK hasta el
tatoo, lleno de discursos pero sin trayectoria
ni pergaminos que lo abalaran, se hizo
de la dirección técnica. Casi por
milagro llegó a clasificarse y allí armó su futuro con un contrato de unos
veinte millones de dólares hasta Qatar. Bingo!; se aseguró definitivamente una
gran jubilación. De fútbol, poco o nada,
o nada del todo. De liderazgo,
menos. Y así encaró un equipo que, como
todos los grandes equipos, de jugadores
con mucho prestigio, de estrellas, digamos, está siempre sujeto a las
camarillas y las luchas por espacios de poder.
Sin los pergaminos,
sin la trayectoria, sin la personalidad y para peor, sin los resultados, Sampaoli fue cayendo en manos de una mesa
chica de históricos que se llevaron puesto al técnico y a la dirigencia incapaz
de una AFA que la encumbró después de que una elección con 75 votantes diera 38 a 38: Patético.
Así, entre los errores
deportivos, los estratégicos, los de conducción y los de dirigencia, Rusia
resulta una experiencia tristísima.
Lio Messi, bien argento
Nadie puede creerse el discurso de que las evasiones
impositivas de Messi sean errores contables
de los profesionales que manejan sus números.
Nadie puede quedarse con el discurso de que todo fue pergeñado por el papá
evasor del jugador sin que Lio lo supiera,
estuviera informado y hubiera dado su consentimiento. Lo cierto es que
ya traía situaciones anteriores de evasiones graves pero en medio del camino al
mundial saltó otra causa más, ahora con sociedades offshore y todo. Los
muchachos no se privan de nada. Por
supuesto, nada en el ánimo de Lionel puede ser tan malo como tamaña espada de Damocles
sobre su cabeza. Como para estar tranquilo y concentrado en el mundial
Las tribunas nos representan tanto como la delegación
deportiva
Es de reconocer que en esto Patricia Bullrich funciona correctamente. Interactuó con los servicios de seguridad rusos
y europeos para dar una buena respuesta a la organización de la seguridad del
mundial. Muchos argentinos fueron debidamente
informados para que no pudieran ser de la fiesta ecuménica. Muchos no son
todos, porque parece que el “todos” involucraría
a una cantidad no imaginable de argentinos dispuestos a hacer quedar mal al país
de mil maneras diferentes. ¡Cuánta educación nos falta!
Así aparecieron los imbéciles que se daban corte en las
redes sociales haciéndole decir obscenidades
a chicas rusas, violentos que se
trompearon con croatas, un técnico que en la cancha agredió verbalmente
a los jugadores croatas que nos pusieron en nuestro lugar deportivo sin más ni
más que tres goles y vaya uno a saber cuántas cosas más.
Finamente, los
jugadores amotinados, sacándole la conducción a Sampaoli, si es que alguna vez
la tuvo, Tapia ratificándolo en la conducción del plantel sin aceptar que antes
tampoco conducía o culpando a periodistas de los dislates de la delegación que
presidió. Era muy simple, un grupo de figuras destacadas con Lionel a
la cabeza pasaron a decidir por su cuenta en una muestra más de la absoluta
falta de disciplina; Sampaoli amenazó con hacer una conferencia de prensa diciendo
que lo habrían separado del plantel y por añadidura reclamar el pago inmediato
de los veinte millones de dólares de su contrato y Brasileños y alemanes empezado a enderezar sus
barcos que habían empezado el mundial de mala forma. Pero eso es otra historia,
la deportiva. Nosotros ya hemos perdido
una vez más el mundial, más allá de lo que
pase el martes con Nigeria, se siga o no en carrera, se pase a octavos y mucho más; el verdadero mundial, el que nos hubiera gustado, el del orden, la
disciplina y la cordura ya fue y es otra grave derrota del país que no paramos
de frustrar intento tras intento.