sábado, 21 de junio de 2014

Ensayo del Dr. Atilio Hugo Crisorio Reche

A un amigo

La amistad significa: afecto, cariño, es el disfrutar y gozar el uno del otro, dejando de lado todo contenido erótico. Se trata de un sentimiento tan maravilloso que merece ser cultivado con esmero y dedicación. El camino a recorrer es a veces largo, penoso y lleno de malezas, por eso no permitas que esa malezas crezcan tanto que borren el camino que te lleva hasta el corazón de tu amigo… ¡no busques excusas!…  ¡transítalo con frecuencia!... La recompensa será la alegría de compartir un hermoso momento con él.
          Si en el camino  encuentras  piedras, no las esquives porque seguirán estando ahí esperando que en un descuido te tropieces, sólo hay que tomarse el trabajo de quitarlas,  tirándolas bien lejos o mejor tratar de molerla para usarlas como sendero,  así no correremos  futuros riesgos, especialmente si son piedras grandes. Si no puedes solo, busca otro amigo que te ayude. Pero eso sí, no te olvides que esa piedra que ahora no está, porque tú la quitaste, impedía que creciera la maleza y en consecuencia vas a tener más trabajo para mantener el camino limpio.
          Será necesario que estés más pendiente de su limpieza, es decir, te va a llevar más tiempo y trabajo, por eso no desmayes ni te canses… ¡sé consecuente!... es  uno de los precios que te impone poder mantener esa amistad viva, fresca y lozana… ¡piénsalo bien!… es un precio muy bajo por los beneficios que te puede brindar.
          Ese camino tiene que ser  siempre de doble mano: si yo voy, tú tienes que venir. Yo lo voy a recorrer, la decisión de hacerlo vos  es tuya,  porque de no ser así  lo más probable es que  no me quieras como amigo, y por lo tanto la amistad va a desaparecer.  Dijo el escritor y poeta latino Publio Siro (-85aC -43aC): “la amistad que acaba, no había comenzado”.  Esto nos remite al recuerdo de tantos que creíamos que eran amigos pero el tiempo nos demostró que no era así… quizás sea nuestra culpa por pretender idealizar sin motivos una relación.
           ¿Y el camino que yo limpié con tanto esmero?... No te preocupes, un camino limpio invita a recorrerlo, pero  es casi seguro que si no lo usas tú, otro lo haga en tu lugar,  porque como estaba sucio no lo conocía y al comenzar a recorrerlo simplemente por curiosidad, puede que encuentre a un amigo, sólo eso ya justifica tu esfuerzo… ¡y ese amigo, porque no, a lo mejor eres tú!            
           Durante la limpieza es natural que encuentres que es transitado por personas en ambos sentidos y que se aprovechan de tu esfuerzo, salúdalos con respeto, no los culpes por usarlo, para eso son los caminos,  e invítalos a que te ayuden en la limpieza o a hacerlo juntos, suele ocurrir que alguno de los transeúntes se te unan en la tarea de limpieza, y a lo mejor llegan a ser amigos.
           Hay un gran número de tipos de caminos. Cuando digo caminos lo que hago es utilizar esta palabra en forma metafórica, lo que pretendo es representar gráficamente  las distintas maneras que hoy disponemos para  comunicarnos entre las personas. Pero es importante que entendamos que los caminos sólo constituyen un medio y no un fin, por eso debemos conservarlos  en las mejores condiciones de  transitabilidad … Yo estoy dispuesto a que lo  recorramos juntos, espero que vos también, por eso te    propongo que disimulemos nuestra enorme cantidad de defectos, pero que a cambio  resaltemos nuestras pocas virtudes.

EL PRECIO
Es frecuente escuchar que se diga “la amistad no tiene precio”, personalmente no estoy de acuerdo, creo que sí tiene un precio pero no es en moneda corriente, lo pagamos haciendo uso de uno de los más caros e inmaculados sentimientos que cada uno de nosotros posee. Para poder tener y mantener un amigo o una amistad es necesario utilizar una  sola forma  de pago  y la moneda se llama amor, que es la entrega con desinterés, con buena voluntad, con compañerismo, con solidaridad, con buena fe, con comprensión, con el hoy y no el mañana, con diálogo, con intimidad,  con disimulo de defectos (propios y ajenos), es como bien dice la definición: buscar el bienestar del otro sin importar otra cosa.  Este es un  precio que debemos pagarlo permanentemente, es un amor que no se termina de pagar nunca, es como si fuera en cuotas, por eso no debemos  dejar pasar el tiempo, porque no hay una cantidad ni medida que signifiquen el total de un precio final, y  en ese precio final  se incluyen toda las virtudes y los defectos que cargamos como seres humanos y que estamos obligados a comprender.

LA CANTIDAD
Hay quienes aseguran tener “un millón de amigos” tal como lo dice la canción; pero sin dejar de lado el hecho que esa cantidad es una expresión metafórica, no es posible tener muchos amigos pues eso significa atenderlos poco y mal, que es equivalente a perderlos y en consecuencia al no tenerlos estaríamos permitiendo el crecimiento de la maleza en los caminos que nos conducen a ellos. Si debemos quitarla es tiempo que perdemos y crecerán mas malezas en los otros caminos y lentamente irás perdiendo a muchos de ellos, pero no te preocupes, es una consecuencia humana natural, nuestra capacidad para todo es muy limitada y la amistad no escapa a la regla general. No podemos ser ni omnipresentes ni omnipotentes.
El perder o ganar amigos forma parte de la vida, donde se gana y se pierde de todo permanentemente. La canción dice:”cuando un amigo se va… queda un espacio vacío que no lo puede llenar la llegada de otro amigo”, y esto también es otra expresión metafórica, ya que si lo hacemos extensivo a todos los órdenes de la vida, permanentemente estamos perdiendo cosas y afectos, por lo que entonces estaríamos formados por  ausencias y espacios vacíos, es decir tendríamos tantos huecos afectivos que no tendríamos ningún afecto, pero la realidad nos demuestra que  esto no es así. Sin duda que la pérdida de un amigo representa un profundo dolor, cualesquiera sean las circunstancias en que ello ocurra, pero su ausencia con el tiempo hace que ese dolor lentamente se transforme en nostalgia que, a veces, su evocación se entrelaza con los gratos momentos vividos y entonces nos enfrentamos a una paradoja donde simultáneamente se nos presenta  la tristeza por la pérdida junto con la alegría de habernos quedado un hermoso recuerdo. Siempre habrá un motivo,  razón o circunstancia para que su recuerdo se haga presente y que por lo general no dependerá  de la voluntad,  sino de un hecho fortuito, o simplemente de su aparición repentina, como un rayo que ilumina los recuerdos guardados en algún oscuro y recóndito lugar  de nuestra mente.
Así como no hay una medida de la cantidad de amigos, tampoco podemos decir es un gran amigo, es muy amigo, etc. No podemos dimensionar la magnitud de una amistad, por lo que esos adjetivos son expresiones que en el fondo no responden a la realidad de esa amistad y tienen un dejo de hipocresía, también pueden ser palabras usadas para enfatizar una amistad; otras veces es una expresión usadas para significar que tenemos un contacto más asiduo o frecuente.  Convengamos que son términos que se usan con mucha frecuencia para  dar a entender la cantidad de amistad, pero  la amistad utiliza una sola y única medida que no tiene grises y se reduce a ser o no ser amigo.

LA DURACION
Si la vida humana no es eterna, tampoco puede serlo la amistad; siempre perderemos amigos. Seamos sensatos; vivamos la realidad y superemos esta triste contingencia  inteligentemente, que no significa el olvido. Una amistad no puede olvidarse jamás porque siempre deja una profunda impronta en nuestros sentimientos y pensamientos; es una marca indeleble que nos va a acompañar por el resto de nuestras vidas. El tiempo que duró,  la profundidad del contacto durante la relación, la importancia de su presencia en nuestras vidas y el esfuerzo invertido, harán que esa amistad sea recordada, y su frecuencia será el producto de determinadas circunstancias que la evoquen, siendo para cada uno de nosotros un añorado recuerdo.
Debe haber una razón, que escapa a nuestro entendimiento, para que tengamos esa rara y desconcertante sensación de que a veces cuando nos presentan a una persona,  nos parece que  fuera conocida de toda la vida, y otras, a pesar de conocerla desde hace mucho tiempo nos resulta extraña o quizás lejana, sin un vínculo afectivo profundo que nos una a ella con la misma firmeza que con la primera. No tenemos una explicación que nos satisfaga, como tampoco en esos casos que a pesar de haber tenido un trato con una persona durante mucho tiempo y a la que hemos tratado con indiferencia, nos damos cuenta sorpresivamente que realmente la sentimos afectivamente como alguien cercano, y porque no como un amigo.
 La duración de una amistad depende también de de la frecuencia con que nos contactamos con el amigo, de tal manera que no debemos ser lo suficientemente posesivos  o absorbentes en la relación como para que terminemos cansándolo, ni tampoco la ausencia de comunicación o contacto. Tengamos la suficiente dosis de perspicacia para encontrar el justo límite en el contacto, que por otra parte va a depender de las personalidades de cada uno de los amigos, tratando de no caer en esos extremos que son perjudiciales y que no sirven para mantener viva la llama de la amistad.
Cuando se dejamos pasar mucho tiempo, permitimos que se forme algo así como un  “óxido afectivo” que va carcomiendo lentamente el sentimiento de amistad y que termine con su destrucción, cuando nos percatamos de la pérdida y pretendemos recuperar la amistad, vamos a encontrarnos con el escollo que representa el no poder eliminar totalmente ese óxido y ya todo no será igual.
A pesar de ello es muy importante tratar de recuperar ese afecto olvidado, descuidado o casi perdido, porque es mejor una amistad recuperada, aunque esté menos presente,  que definitivamente haberla perdido.

LA CONFUSION
La palabra amigo significa querido o amante, persona a la que uno quiere.  Cuando usamos estos términos, lo hacemos desprovistos de toda  connotación sexual,  nos impresionan como  sentimientos que tienen una gran fuerza  espiritual, suponiendo que el espíritu tiene diferentes niveles. Si bien no es intención  incursionar en el terreno religioso, y no pretendiendo la discusión sobre la creencia privativa de cada uno, todos, en algún momento de nuestras vidas hemos leído o escuchado  que Jesús pregonó  el amor entre los hombres y decía: amaos los unos a los otros, que no es nada más ni nada menos que  una forma de propender (inclinarse a algo por una afición especial)  a la amistad entre los hombres.
Es importante no confundir la amistad con compañerismo o camaradería; si bien son palabras cuyo significado es muy parecido, no son para nada sinónimos. Compañero se define como quien acompaña a otro, sin entrar a considerar el grado de relación afectiva que los une y que por lo general se refiere a los miembros de colegios, comunidades, clubes, trabajo, instituciones, etc.; mientras que camarada deriva de la palabra griega chamara que significa bóveda, lugar cerrado que puede estar ocupado por diferentes cosas o personas como por ejemplo cámara de automóvil, cámara frigorífica, cámara legislativa, etc. Cuando decimos compañero o camarada no estamos hablando de amistad, aunque el trato sea entre personas, se trata de personas unidas por intereses comunes pero que no son precisamente los afectivos. Cuando decimos compañero estamos hablando de quien nos acompaña, cuando hablamos de camarada nos referimos a quien está con nosotros bajo un mismo techo, pero nunca serán amigos, salvo que  el afecto, el tiempo y las circunstancias así lo permitan. Se puede ser compañero o camarada de alguien sin siquiera llegar a conocerlo más que superficialmente y muchas veces ni siquiera conocer su nombre. Es sólo una presencia física, material, sin intervención del componente esencial más importante de la amistad que es lo afectivo.
Hay otra palabra que se usa con frecuencia que es conocido, deriva de conocer que significa entender, advertir, persona con la que se tiene un trato, con independencia del tipo, forma, lugar o manera en que se desarrolle esa relación, donde lo afectivo es circunstancial, con total independencia del nivel o profundidad del conocimiento. Por lo general es una expresión de uso casi exclusivamente social; utilizándose para dar a entender que sabemos su nombre, quien es, donde vive, donde trabaja, que profesión tiene, sus relaciones, o cualquier otra circunstancia que permita identificarlo. Podemos decir sin lugar a dudas que cuando hablamos de un conocido, estamos identificando a esa persona como alguien del cual conocemos alguna característica, pero tampoco significa que nos una a ella ninguna relación afectiva.
Otra de las palabras que se suelen usar, aunque menos frecuentemente es la de correligionario, que significa pertenecer o tener una misma religión; o también tener la misma opinión que el otro; se trata de la unión del prefijo co, que significa con, y de la  palabra religión, que  es el conjunto de creencias y dogmas acerca de una divinidad, de sentimientos de veneración, normas morales y de prácticas rituales hacia ella. También es la virtud que mueve a las personas a tributar a Dios el culto debido.
El amigo puede ser un compañero, un camarada, un conocido o un correligionario, pero nunca se da a la inversa, o sea que todos los compañeros, camaradas o conocidos no son amigos.
La frecuencia con que se utilizan mal estas palabras como sinónimos hace que perdamos de vista sus verdaderos significados y en consecuencia los convertimos en sinónimos incorporándolos a nuestro léxico diario con total desprecio por sus verdaderos significados y faltándole el respeto a nuestros propios sentimientos y a la lengua española.

EL AMOR
Amor lo definimos como un sentimiento por medio del cual se busca el bien para gozarlo, y la amistad es un sentimiento que está íntimamente ligado al amor, con total desprendimiento; con una entrega sin retaceos y cuya moneda de cambio es la amistad en sí misma. Es además de un sentimiento, una barrera que nos protege, como si se tratara de una poderosa droga que tiene acción afectiva capaz de  actuar sobre nuestra salud mejorándola. Estudios que fueron realizados tanto en EE.UU. como en Australia  han comprobado que en aquellos que padecen o han padecido  enfermedades importantes como cardíacas, hipertensión, tumores, lesiones, dolores, etc. han mejorado notablemente el porcentaje de sobrevida cuando estuvieron acompañados por un amigo, cuando recibieron amor. Con esto se demuestra lo beneficioso que es tener un amigo y que además comparta con nosotros todas nuestras vivencias físicas y espirituales tanto las positivas como las negativas.
Es muy común que se tome a la palabra amor como un sentimiento exclusivo entre un hombre y una mujer, donde la culminación del mismo es la relación sexual. Se dice habitualmente “hagamos el amor” (el amor ya está hecho), cuando lo que realmente se quiere decir es “tengamos relaciones sexuales”,    se trata sólo de la materialización de una necesidad natural o fisiológica como es el deseo sexual. La relación sexual es una consecuencia natural entre dos personas unidas por una de las tantas formas de amor y donde la atracción y el deseo sexual forma parte de ese tipo de amor y que desde el punto de vista biológico está destinado a la procreación.
 Si tomamos como ejemplo los noviazgos, se observa que  en la mayoría de los casos comienzan siendo simplemente conocidos, el contacto prolongado los transforma en camaradas y pueden culminar siendo amigos, o bien con el tiempo se va convirtiendo por razones físicas en la necesidad de la convivencia y la procreación por amor, que no hay que confundir con el deseo sexual, que no es otra cosa que el  interés en la necesidad de la satisfacción sexual exclusivamente, hecho que no juzgamos porque no es el lugar ni somos autoridad moral  para hacerlo.
Es decir que se han recorrido diferentes formas de relaciones, cada vez más importante hasta llegar a la culminación de esa relación.  Por eso cuando una pareja se une en pareja o matrimonio, lo hace por amor (no hablo de aquellos que lo hacen por intereses personales que pueden ser inconfesables). El amor entre una mujer y un hombre se basa en lo afectivo, que es el amar y ser amado y en lo físico es compartir el deseo de posesión, disfrutar y gozar el uno  del otro incluyendo el sexo. Con el tiempo todo el apasionamiento inicial va cediendo como consecuencia del lógico envejecimiento y aquellos que no sólo  lo han podido comprender, sino que también aceptar, siguen casados o unidos. Esa etapa de transformación lenta donde así como  ese apasionamiento inicial  va mermando como consecuencia lógica del peso y el paso de los años, va dejando lugar  en la pareja a otra forma de amor,  donde el aspecto físico de la relación deja de lado lo sexual y se reduce al simple hecho de verse, sentirse cerca, mantener una conversación, una salida, etc. es el renacimiento de la amistad,  basada en la comprensión, la convivencia, la tolerancia, en compartir, es decir todos aquellos valores afectivos  que son patrimonio del amor.  En definitiva podemos decir que un matrimonio o unión comenzó como una amistad, tuvo una  prolongada etapa de desarrollo sexual para finalmente terminar siendo nuevamente amistad.
También debemos considerar que existen diferentes tipos de amor, tal como sucede con el amor entre padres e hijos, entre hermanos, a la patria, al trabajo, a los deportes, etc. Siempre cuando hay amor de cualquier tipo que sea hay dos componentes inseparables, uno afectivo y otro físico. Esto lo dice la definición de amor cuando buscamos la felicidad del otro y en la felicidad se conjugan lo afectivo y lo físico.
Dejando de lado lo físico, también tiene una profunda influencia en lo afectivo; nos permite compartir nuestros momentos o estados de alegría o de zozobra, hace que la descarga emocional de la situación vivida nos brinde un alivio para sobrellevar esa carga sin dejar de reconocer que su opinión desinteresada nos abre una ventana desde donde podemos ver otros aspectos del problema, contribuyendo a veces  a la solución.
Todos necesitamos de por lo menos un amigo, quizás esa sea  la razón por la que la palabra “amigo” se la utiliza con tanta frecuencia, liviandad y las más de las veces se abusa de ella. La necesidad de tener amigos no justifica su uso indiscriminado y que finalmente termina con la desnaturalización del término.
 Entre aquellos que tienen la costumbre del uso de las redes sociales y especialmente los más jóvenes, se hace generalmente esta pregunta: ¿Querés ser mi amigo? cuando en realidad lo que se debería decir es “necesito ser tu amigo”, porque necesito de tu amistad para acallar mis ansias  de amar a un ser humano y de ser amado, porque me siento sólo porque la esencia del afecto es la inclinación hacia el amor, es la necesidad de amar a otra persona, de darle todo el cariño que seamos capaces de dar, sin importar otra cosa a cambio que la gratificación de disfrutar y gozar de su amor, que por otra parte nos permite alimentar nuestro egoísmo afectivo, que no deja de ser un componente importante en la amistad, pero que en ella desaparece al dejar de pensar en ”yo” y pensar en “nosotros”.  Cuantas veces no nos interesamos en tener más amigos por el temor a que sea mal interpretando del amplio sentido de la palabra amor, en consecuencia nos fabricamos una barrera afectiva que nos lleva inexorablemente a una triste y desgarradora soledad como es la soledad espiritual.
 A la soledad física la podemos tolerar mejor porque tenemos miles de maneras para llenarla con cosas materiales que por lo general están al alcance de la mano; pero cuando es  espiritual no es tan sencillo encontrar una forma adecuada, ni una fórmula para satisfacerla. Esto lo podemos resumir en hambre material que se calma con  algo concreto como el alimento, pero cuando el apetito es espiritual sólo se calma con un alimento afectivo y el amor es lo que mejor lo representa.
La amistad no se compra, se gana con el esfuerzo diario que nos impone cultivarla, preparando el terreno, sembrando y luego cuidando el desarrollo de ella para que se mantenga siempre viva y lozana y sólo se necesita poner amor en la tarea para que se desarrolle y perdure. Por eso es mucho más difícil mantener una amistad que hacerla. Para hacerla a veces basta con un poco de comprensión, el deseo de conocerla mejor, más íntimamente, o las más de las veces un hecho fortuito que nos puso a esa persona en nuestro camino;  pero eso sí, para conservarla es menester hacer esfuerzos para combatir la inercia de la rutina que nos impone nuestro diario vivir.
¿Quién puede comprar algo que está dentro de uno mismo y en consonancia con otro? La pregunta es muy fácil responder: nadie que no esté dispuesto  a pagar con amor.

LA PERTENENCIA
Cuando digo tengo un amigo estoy dando la sensación de posesión, que reafirmamos enfáticamente cuando decimos: este es mi amigo, como si yo fuera su dueño, como si me perteneciera sólo a mí. La realidad es otra, un amigo forma parte de nosotros y nosotros somos parte del amigo. La amistad es un sentimiento compartido y no una posesión. No es posible poseer el afecto o los sentimientos de otra persona. Si  aceptamos que los debemos compartir con las otras personas que conforman el universo afectivo del otro es la forma de honrarlo y de respetarlo, pero también es respetar  nuestra propia libertad, honrándonos nosotros mismos. Darle  la libertad para decidir lo que quiere o le gusta, esa misma libertad que cada uno de nosotros defiende a ultranza. Esto hace que de ninguna manera debemos  juzgarlo y menos utilizando los parámetros que  usamos como unidad de medida.
Respetar su libertad es permitir que la amistad se desarrolle y evolucione hacia regiones afectivas más difíciles de penetrar o comprender  y permitir que se prolongue  en el tiempo.
Cercenar el espíritu de libertad es enviar un mensaje de egoísmo o posesión hacia el otro… ¡por favor  no lo hagas!, porque si le permites su libertad, lo estás invitando a que te imite proyectándola hacia los  demás y así mejorar, aunque sea en un ámbito muy circunscripto de la convivencia  social y familiar, transformando la violencia instalada en una sociedad como en la que nos toca vivir, que ha convertido a la convivencia en algo tan difícil de lograr.

LA  RUPTURA
Es posible que entre amigos se produzca un desencuentro que provoque la ruptura o la pérdida de la amistad. La reacción de cada uno es diferente, pero es un hecho generalizado que no se desee que se lo nombre como amigo.
Perder un amigo es algo que no debería pasar si tenemos en cuenta el esfuerzo y sacrificio que costó formalizar la amistad con todo lo que ella implica y ya hemos tratado de detallar. El impacto afectivo suele ser bastante duro y siempre la culpa es del otro. Los hechos y circunstancias que provocan esta ruptura pueden ser muy variados pero no hay ninguna razón para que esta situación sea irreversible. Aquí es donde debemos poner en práctica todas las virtudes que nos enaltecen, pero por sobre todo hay que poner todo amor, para vencer ese defecto ese sentimiento de rencor e inclusive, a veces, de odio.
No debemos olvidar que con amor todo es posible, hablemos intentando un acercamiento, la palabra bien empleada y en su justa medida tiene poderes que a veces puede sorprendernos.  Por eso si se persevera en el amor, siempre estamos en condiciones  de solucionar los conflictos.

LA TRASCENDENCIA
 La amistad permite que nos prolonguemos en el tiempo, aún después de la desaparición física de la persona de nuestra amistad. Esto no sólo es una  posibilidad de trascender, es lo que todos íntimamente anhelamos  y que de alguna forma durante nuestra vida siempre estamos buscando… ¿Quién no quiere ser recordado eternamente? ¿Quién no desea figurar en los libros como personaje destacado? Ese recuerdo puede ser de una buena persona o por el contrario de una mala.

Si realmente queremos ser recordados como alguien que ha pasado por la vida dejando una buena imagen, entre todas las cosas posibles,  una de la que podemos hacer es cultivar la amistad, poniendo en ello todo nuestro empeño, porque además nos permite, aunque sea mínimamente mejorar el mundo en que vivimos. La trascendencia de nuestra existencia depende sólo que cada uno de nosotros ponga a disposición de los demás todo lo bueno que albergamos en nuestro interior. La trascendencia  (empezar a ser conocido algo que estaba oculto; comunicar los efectos de una cosa a otras provocando consecuencias), no es otra cosa que dejar una huella profunda de amistad en el otro para que éste a su vez lo proyecte en nuevos amigos y así sucesivamente (trascendencia colectiva) que es la forma de eternizarse anónimamente. Seguramente no seremos merecedores de tener una estatua en una plaza importante de algún pueblo o ciudad para que la gente se pregunte ¿quién es este personaje?, pero como contrapartida, estaremos representados tanto en el corazón como en el pensamiento de nuestros amigos y de generaciones futuras. Para pretender trascender como amigos hay que tener presente dos palabras que son fundamentales: la primera es ahora, que es no diferir el momento oportuno para comunicarse, siempre debe ser ahora, ya, de no ser así las distracciones propias de las  ocupaciones harán que te olvides y luego te va a costar mucho más encontrar el momento apropiado. ¿Acaso nunca te ha ocurrido que venga a la mente esa  frecuente expresión de auto-reproche?… ¿Por qué no me comuniqué antes? ¿Alguna vez pensaste que tu amigo a lo mejor estaba esperando ansiosamente tu llamado? La segunda es molestar,  suponemos que lo vamos a molestar y  utilizamos esa suposición para disculparnos  nosotros mismos y ante los demás. Suponer es pretender darle existencia real a algo que no sabemos si la tiene, damos por sentado algo, por lo tanto no tenemos la seguridad de que nuestra apreciación sea correcta, y si no estamos seguros no lo hagamos ya que podemos cometer un error que puede llegar a ser irreparable.  
Sabemos que sólo vivimos el presente, el ahora el ya;  el pasado es lo que fue, con todo lo bueno y lo malo que ocurrió, mientras que  el futuro todavía  no llegó y puede suceder que cuando llegue nosotros no estemos, por eso no dudes… utiliza el ahora… el ya.

Lo que he expuesto es un pensamiento que me inspiró un grupo de personas heterogéneo en edades y personalidades con las que tuve la oportunidad de realizar un viaje turístico. Ese contacto diario y muchas veces íntimo me impactaron profundamente, donde pude aprender a través de la convivencia,  jocosas situaciones y experiencias vividas a comprender y respetar a los otros, marcándome de tal manera que hoy los  puedo  considerar  mis amigos.

 A esas personas que fueron capaces de elegirme como amigo, a pesar del poco tiempo de conocimiento y contacto,  las  deseo honrar y conservar por el resto de mi vida  dedicándoles estos pensamientos, y a todos aquellos que a pesar de su triste y lamentable desaparición física lo fueron… los que son… y los que serán mis amigos.

Solo me resta decirte a ti y a todos mis amigos que los llevo en mi corazón…  que los necesito… que deseo que nos embarquemos en este proyecto de amistad y que juntos podamos construir, aunque sea mínimamente dentro de nuestro pequeño mundo un futuro mejor, aunque sólo sea por nuestros hijos que se lo merecen.

Espero y deseo fervientemente  tener  el criterio y la capacidad suficientemente como para evitar tener que perder a mis amigos y si por alguna razón eso ocurriera, cosa que descuento que sin duda va a ocurrir, trataré de poner todo mi amor para recuperarlo. Es muy probable que  no lo consiga, en cuyo caso me quedará el sabor amargo de la pérdida.

No quiero ser ni soberbio ni petulante, pero poder hacer y conservar a los amigos, es para mí lo mejor que puedo dejar como legado personal en mi paso por esta vida terrenal,  pensando que si realmente existe el más allá,  podamos encontrarnos y continuar disfrutando de la maravillosa  amistad que hoy nos une.

A todos les digo que les he mostrado lo más profundo de mis sentimientos para intentar acercarme y conocernos mejor.

¡Gracias por compartir mis pensamientos!…

¡Gracias a todos!…
¡Muchas, pero muchas  gracias  por estar ahí!...

 Por eso a manera de corolario sólo me resta reafirmar lo antedicho: cultivemos la amistad, por nosotros, por nuestros amigos, por la sociedad y por un futuro mejor y trascendente.

Y para finalizar  te pregunto:
Querés seguir siendo  mi amigo?...¿

Como ya lo expresé, estoy dispuesto a intentarlo, espero que vos también.
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Septiembre 28 de 2013                                                  ATILIO HUGO CRISORIO